Se fue a China y Australia y dejó un tiradero
Miles de voces piden la destitución de Peña Nieto por su irresponsabilidad patente. Todo mundo sabe y desde antes del episodio de La FIL de Guadalajara, que Peña Nieto era inepto, mentiroso y taimado pero nada listo. Hoy comprobamos que él es un instrumento de un grupo que se ha adueñado de las instituciones del país por medio de triquiñuelas mil. Unas de ellas llevadas a cabo por el IFE, ahora el INE; otras por el Congreso –por ambas cámaras-, por la PGR y por SEGOB. Se fue a China el presidente incluso después que en la cámara de diputados le pidieron que no lo hiciera, la cuestión, reitero, es de triquiñuelas, porque la mayoría en ambas cámaras las tiene a su servicio el ejecutivo, de ahí que el pueblo de México esté hasta la madre de este presidente y de su gabinete de cartón, de papel maché y de vil utilería. |
Augusto Hugo Peña Delgadillo.
Mandó al carajo los asuntos de Tlatlaya y Ayotzinapa; los 43 desaparecidos y otros crímenes le valieron gorro; el presidente con esta actitud nos muestra su talante de dictadorcillo de trapo, de esos que por siglos han gobernado en países bananeros. Su actitud irresponsable hace reflexionar a los mexicanos quienes se preguntan: ¿Hasta cuándo el interés de los otros es el mío? Y solo hay una respuesta: “Siempre el interés ajeno es de nuestra incumbencia y nos atañe, porque cuando se violan los derechos del otro, de manera ilegal, ilegítima y con alto grado de criminalidad, muy probablemente nos puede suceder lo mismo y, si no hacemos hoy nada por ese otro que es violado, asesinado, desaparecido, descuartizados incinerado con diesel en un basurero y sus míseros despojos son arrojados a un río para borrar toda huella del atroz crimen, nadie a la postre hablará por nosotros. Además fue el Estado Mexicano el perpetrador por más que el vejete inepto que ocupa la procuraduría general de la república, Jesús Murillo Karam, lo niegue.
Las expresiones de la irritación popular plasman de modo contundente la zozobra, porque fue el Estado, ¿acaso El Estado ha muerto? Muchos se cuestionan eso y con sobrada razón. Peña Nieto con una soberbia desvergonzada abandona la escena del crimen de Estado del que él es jefe. Se va en medio del escándalo porque compró –con favores por otorgación de contratos- una casa de 94.5 millones de pesos, la que sus allegados alegan que su valor es de 86 millones, y está a nombre de quien es uno de los beneficiarios del contrato –licitación- para la construcción de un tren entre México y Querétaro. Lo grave e ineludible para Peña Nieto es que el intermediario es una vieja relación del propio Peña Nieto y eso derrumba el dicho de que su esposa -La Gaviota- fue la que compró la casa. Pronto, porque se le quemaba la cara de vergüenza porque fue pillado con la puerta en sus dedos, echó abajo el contrato del ferrocarril y esparció la mentira que La Gaviota fue la que compró la mansión.
Peña Nieto fue denunciado anteriormente por Manuel Camacho Solís de sus relaciones con este individuo que es el aparente dueño de la casa y que está relacionado con Jorge Hank Rhon, uno de los beneficiarios en la licitación de la construcción del tren Querétaro-México. Por menos de esto, en cualquier país, el congreso ya hubiera tramitado su destitución, pero el Congreso de la Unión en México, está conformado por pillos comprados con dinero y amenazas para servir al ejecutivo.
John M. Ackerman dice y con toda la razón: “Si México tuviera un régimen parlamentario, Enrique Peña Nieto no regresaría de China. La comprobada ineptitud de su gobierno, así como la enorme desconfianza social en su persona a raíz de la masacre de Iguala obligaría al Parlamento a emitir una “moción de censura” para destituirlo a él y a todo su gabinete. Así como llamar a nuevas elecciones federales. Con motivo de faltas mucho menores a las del actual presidente mexicano, el primer gobierno de Stephen Harper, en Canadá, fue disuelto en 2011 y los mandatos de Gerhard Schroeder en Alemania, y de Romano Prodi en Italia, fueron recortados en 2005 y 2008. En un sistema democrático no tiene sentido que el titular del gobierno federal se mantenga en su puesto si no cuenta con el apoyo de la población, ya que ello genera una situación de extrema ingobernabilidad.” Peña Nieto y su gabinete deben irse, el Congreso debería solucionar así este conflicto de intereses en los que el pueblo es mancillado y afectado en sus bienes, sus personas, sus derechos y sus más caros sentimientos. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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